Las relaciones sexuales forman parte de la vida del ser humano, son
la base de la reproducción, además de contribuir a la estabilidad de las
parejas y a un acercamiento más íntimo.
Sin embargo, requieren de una responsabilidad compartida. De ahí
que sea indispensable que los adolescentes cuenten con información y
orientación. Esto evitará una consecuencia como podría ser un embarazo no
planeado o sufrir el contagio de una infección de transmisión sexual (ITS), que
puede cambiar la vida de una persona para siempre.
A edad temprana, es decir, entre los 10 y 19 años, el cuerpo de la
mujer no se ha desarrollado lo suficiente para proveer nutrimentos adecuados a
un ser que se desarrolle dentro de su vientre, tampoco tiene la madurez física
ni emocional que el parto exige.
De ahí un embarazo en edad temprana se considera de alto riesgo.
Además, el ser vivo que se concibe en esa edad tiene más riesgo de presentar
malformaciones o de ser muy pequeño para sobrevivir, y la madre adolescente
puede tener más riesgos de enfermar durante el embarazo y presentar problemas
en el parto.
El nacimiento de un bebé implica alimentarlo, vestirlo y educarlo;
hacerse responsable de él. Esto conlleva gastos, en primer lugar, y no siempre
los adolescentes tendrán el apoyo familiar para poder cumplir con tal
responsabilidad.
Existen medidas para tener relaciones sexuales de una manera
responsable, sin la consecuencia de un embarazo no planeado o alguna infección
de transmisión sexual (ITS).
Estas medidas incluyen, entre otras, el uso de métodos que evitan
los embarazos no planeados. Un método anticonceptivo es el que impide o reduce
la posibilidad de que ocurra la fecundación al tener relaciones sexuales.
Generalmente, implica el uso de dispositivos o sustancias que
tienen, según cada caso, diferentes niveles de efectividad.
El uso del condón es un método anticonceptivo que, además de evitar
embarazos, también previene el contagio de infecciones de transmisión sexual
como: VIH, papiloma humano, sífilis, gonorrea o herpes genital, entre otras.
El síndrome de inmunodeficiencia humana (VIH). Ataca el sistema de
defensa de las personas que son infectadas y las deja desprotegidas contra
cualquier microorganismo, incluso aquellos que normalmente no causan
infecciones ni enfermedades. De ese modo, quien padece sida se ve expuesto a
enfermedades o infecciones que no afectan a una persona sana.
Este virus afecta las células de defensa de nuestro cuerpo. Una vez
que el virus infecta un organismo puede derivar en sida. En el cuerpo, el virus
se aloja en la sangre, en los fluidos de los órganos sexuales y en la leche
materna.
Este virus se puede transmitir de tres maneras:
Sexual: al tener contacto sexual no protegido con una persona con
VIH.
Sanguínea: transfusiones de sangre o sus derivados que tengan ese
virus, por algún trasplante de órganos con VIH y por compartir agujas o
jeringas con personas infectadas.
Perinatal: una mujer embarazada y con VIH puede transmitir el virus
al bebé en cualquier momento del embarazo, durante el parto a través del canal
vaginal y a través de la leche materna durante la lactancia.
Pueden adquirir el virus las mujeres, los hombres, los jóvenes y
los niños que se expongan a cualquiera de las formas fe transmisión, sin
importar la raza, la orientación sexual, ni el nivel socioeconómico de las
personas.
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