Respirar
el aire para tomar oxígeno es un acto tan cotidiano que quizá nunca hayas
pensado que no podrías realizarlo sin la atmósfera.
La
atmósfera es una mezcla de gases que rodea a la Tierra. Contiene: nitrógeno,
oxigeno, dióxido de carbono, vapor de agua y ozono, entre otros.
La atmósfera regula la temperatura y el clima, lo que nos permite vivir, nos
protege de los rayos ultravioleta y de posibles impactos de meteoritos, y es el
medio por el cual viajan las ondas para la telecomunicación.
El
oxígeno ayuda a realizar la combustión de elementos, lo que libera energía
calórica que puede aprovecharse para el funcionamiento de las máquinas.
Actualmente
se utiliza el petróleo y sus derivados como las principales fuentes de energía
en nuestro planeta.
Al
quemar combustible se desprende un gas llamado dióxido de carbono (CO2). Cuando
los rayos solares llegan a la Tierra, la calientan; el calor se disipa y la
Tierra se enfría.
Por
eso parte de la comunidad científica predice que el calentamiento atmosférico
seguirá aumentando en la medida en que sigamos produciendo más dióxido de
carbono.
Si
las predicciones de los investigadores se cumplen, el aumento en el nivel de
los océanos y el incremento en la temperatura afectarán la distribución de la
población mundial y de los recursos.
Por
muchos años se vio como algo cotidiano la quema de combustibles fósiles, pero
se desconocía que los gases generados durante la combustión, como el monóxido
de carbono y los óxidos de nitrógeno y azufre, se disuelven en el vapor de agua
y lo contaminan al precipitarse en forma de lluvia ácida, la cual provoca daños
al ambiente.
El
efecto invernadero es un fenómeno natural que mantiene a la Tierra con una
temperatura adecuada para la existencia de la vida.
Es
preciso que cada uno de nosotros utilice de manera racional los combustibles
fósiles y consuma sólo lo necesario.
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